Je m’étais beaucoup amusée avec ces quatre histoires de mamie-chien qui garde ses petits chiots le mercredi, cherchant, à chaque histoire, à leur garder leur caractéristiques canines et à leur offrir une vraie personnalité. La toute fin de ce recueil, en espagnol, donc, et ce sont les toutous qui parlent :
« Abrimos la puerta del balcon. Peseta no tenia ganas de hacer pipi, pero yo si. Regué todo : pequenos rosales y petunias, pensamientos y begonias. Y luego esperamos, apostados muy cerca de la puerta para entrar muy aprisa, en dado caso. Pero, nada sucedio. Nada absolumente, por lo que una de dos : o la pipi de perro, a pesar de los temores de abuelita, no tiene ningun efecto en comparacion con los zumanos– lo cual no podiamos creerlo- o abuelita Piel de Perro nos conto puras mentirillas- lo cual no queriamos creerlo.
Al final decidimos que estas cosas tan misteriosas debian de suceder una sola vez, como suceden todas las cosas maravilosas y terribles, y volvimos a acostarnos junto a nuestra bienamada abuelita, quien abrio un ojo cuando sintio que nos acercabamos a ella, un ojo en el que danzaba une pequena luna dorada. »
Pardon pour la graphie incorrecte ( les accents propres à l’espagnol )